Pedro Martínez, hijo de Aniceto Martínez, dejó el colegio a los 14 años para apoyar a su padre y familia atendiendo una pequeña tienda de miel, situada en la Plaza de Manuel Becerra en Madrid. Se llamó Animari, por la unión de los nombres de Ani-ceto y Mari-a, su esposa.
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Con el paso de los años, la economía familiar mejoró y el negocio se expandió. Desde la miel llegamos a la pastelería porque uno de los mejores clientes fabricaba pestiños y nos ofreció venderlos en la tienda. De ahí pasamos a fabricarlos nosotros mismos y fue en ese momento cuando nace nuestra humilde y pequeña pastelería en Madrid, conservando el nombre de Animari. Con el tiempo fuimos aumentando la oferta y ganando experiencia en la pastelería y repostería tradicional, fiel reflejo de los productos que ofrecíamos a nuestros asiduos consumidores, napolitanas de crema, bambas de nata, ensaimadas, suizos, croissants de mantequilla, torteles de hojaldre, bayonesa, bartolillos, merlitones, etc.
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Durante los 70 años de trayectoria en Madrid, la pastelería ha sido siempre familiar; compartiendo Aniceto con sus hijos Pedro y Marieta y con los hijos de ambos, completando así tres generaciones. La cuarta generación está en la puerta, y preparada para continuar en el sector de la pastelería. En esta historia, como en la de cualquier familia, hay momentos dulces y amargos, fáciles y difíciles y siempre, siempre unidos con el ingrediente mágico: amor.